El Karate nace en Okinawa, al incorporarse el espíritu del Zen a las técnicas de lucha que llegaron desde China. El objeto del Karate es diferente al de otras artes marciales: Mientras que en la mayoría de ellas, lo que se pretende es derrotar al mayor número de enemigos posible (hiriendo o matándolos: debe recordarse que el origen es absolutamente marcial), la práctica del Karate busca ante todo el dominio de las técnicas de autodefensa.
Para explicar breve y claramente cual es la idea, citaré el lema del Kenpo Karate, el cual es perfectamente aplicable a cualquier estilo y escuela:
"Vengo hacia ti con las manos vacias. No tengo armas,
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Por supuesto, defensa y ataque no pueden existir separadamente, por lo que para poder entrenar las técnicas defensivas más avanzadas es necesario practicar también técnicas ofensivas. En su libro "El Zen y el camino del guerrero", el maestro Toguchi explica los conceptos básicos del método de entrenamiento de combate: En cierta ocasión, una persona que asistía a una sesión de entrenamiento me preguntó: "Por qué das tantos golpes de mano y patadas? Siempre había oido decir que el Karate es ante todo defensivo". "Tiene razón" -respondí- "pero antes de poder parar un golpe de mano o una patada hay que entenderla, saber qué es y cómo se hace. Y antes de poder saber si tu técnica defensiva es correcta, debes probarla contra un golpe de mano o una patada real. Por eso practicamos las técnicas ofensivas: para perfeccionar nuestras técnicas defensivas".
Además del dominio de las técnicas y el ideal en último término pacifista (nunca atacar, pero si te atacan, saber defenderte), el Karate está imbuído de una filosofía que proviene directamente del Budismo Zen.
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