lunes, 1 de febrero de 2010

Las cadenas de un maestro


(Por Christopher Caile. Traducido por Enrique Muñiz)
LAS CADENAS DE UN MAESTRO

Ser "maestro" tiene su precio. De hecho siento, a menudo, compasión por aquellos que han adoptado ese título. Hay maestros de sus artes, ciertamente. Respeto profundamente a aquellos que han comprometido su vida en el estudio y perfeccionamiento de su arte. Pero, desgraciadamente, el término "maestro” ha perdido mucha de su importancia, ahora hay muchos sujetos con experiencia dudosa o muy pocos años de estudio que han adoptado la palabra maestro como una herramienta del “mercado” o, peor, como una “muleta” para poder sostener su egoísmo (pero éste debe ser un asunto de otro artículo). Puedo entender el motivo para llamarse "maestro”, sobre todo si usted no está afiliado a una gran organización de artes marciales (que controle los grados) y esté luchando por ganar estudiantes en un mercado atestado. Es cierto que una graduación alta y el término maestro "vende” credibilidad entre los legos y que esto puede traducirse en nuevos estudiantes y dinero. El problema es que ser maestro implica que usted ha perfeccionado su arte (algo que normalmente le toma de 30 a 50 años de práctica especializada). No es un mundo para quienes se auto-titulan 9° o 10° Dan con 20 o 30 años de práctica dudosa. Al adoptar ese título demasiado pronto, quienes se proclaman como tales se auto-imponen cadenas, algo que, a menudo, retrasa y condiciona el aprendizaje, lo que produce una merma en la habilidad y el potencial. El crecimiento se detiene. Incluso es raro ver a cualquier cuarto dan en adelante estudiar algún otro arte marcial, asistiendo a seminarios o talleres. Usted casi nunca ve a maestros. Ellos se suponen que ser maestros es dejar de ser estudiantes. Este problema incluso se extiende a estudiar las artes marciales no relacionadas. Un buen amigo mío que es un conocido maestro de artes marciales (uno legítimo), me contó, una vez, esta historia. Una vez, mientras visitaba Japón, él decidió tomar unas clases en un arte de energía curativa en que él estaba interesado. En su primera clase, sin embargo, el maestro de ese arte anunció a los asistentes que él estaba muy contento de tener entre sus nuevos estudiantes al maestro "XXX" y siguió contándoles detalles de su historial y su fama. Mi amigo se sentía muy avergonzado y nunca volvió a las clases. Otro problema para aquellos que adoptan el título de maestro demasiado temprano es la reputación negativa que se crean. Usted puede engañar a los nuevos estudiantes (por lo menos algunos de ellos), pero no a los maestros legítimos que pueden conocerlo. Para abreviar, usted sabotea su reputación y pierde el respeto en la comunidad de artes marciales. Cuán diferente era Okinawa a principios del Siglo XIX antes de que el Karate se masificara. En ese momento muchos ahora famosos maestros del Karate buscaron aprender de otros para perfeccionar su arte. Esto era antes de los cinturones de colores, grados de cinturón negro, títulos adoptados o incluso de que los nombres de los estilos de Karate existieran. Por ejemplo maestros notables como Chojun Miyagi, Kenwa Mabuni, Kentsu Yabu, Chotoku Kyan, Chojo Oshiro y Chokki Motobu entrenaron y enseñaron juntos el Okinawa Tode (antiguo Karate). Para ellos la meta era aprender más sobre su arte, no hacer un negocio de él. Si usted es de verdad maestro de su arte, excelente. Pero si no lo es, no se engañe auto-proclamándose como tal, llenándose de títulos. Sea humilde, estudie continuamente, el estudio puede beneficiarlo por lo que se refiere a entender la profundidad de la técnica y la aplicación de su arte. También estudie la historia de su arte. Tómese un tiempo para perfeccionar el arte que práctica. Quizás entonces entenderá que ser maestro en el arte que practica no se obtiene sólo proclamarse como tal.





El Síndrome del Cinturón Negro

Por Stefan Schröder. Traducido por Enrique Muñiz, Sensei de Aikido

"EL SINDROME DEL CINTURON NEGRO"

El llamado “síndrome de cinturón negro” sólo se usa como un chiste para describir la conducta de o los que les otorgaron el cinturón negro recientemente y que han cambiado su comportamiento de manera negativa.
Lograr el shodan (primer Dan) puede atractivo, pero es sólo el comienzo. En algunas escuelas se permite a los Shodan trabajar con los Sensei e incluso con los shihan durante seminarios, mientras que los estudiantes Kyû son ligeramente ignorados. Se sostiene que las artes marciales construyen el carácter del individuo, sin embargo hay algunas personas que, después de recibir este rango, cambian su actitud hacia sus pares, inferiores y superiores en la disciplina de una manera nada respetuosa. Parece que estas personas no entienden que esos años de entrenamiento sólo les permitieron dar el “primer paso” (Shodan), algo que ellos tomaron como su meta primaria. Y en cuanto ellos lo alcanzan, creen que saben todo y, encima, bien. Ser cinturón negro también lleva una cantidad real de responsabilidades que no ocurre con los Kyû. Durante esos años previos al Shodan, ellos adquirieron muchas ideas acerca de cómo llevar un entrenamiento, cómo hacer ciertas técnicas, qué hacer durante la entrada en calor, y, de repente, ellos obtienen el shodan y se consideran lo bastante hábiles para imponer este conocimiento a todos los que les rodean, sin mostrar ningún reparo. Ellos tienden a olvidar que siendo cinturón negro tienen mucho por hacer y siempre con respeto y dignidad. Vi más de un caso donde aquellos que, padeciendo el síndrome de cinturón negro, dejaron a sus Sensei después de que lograron su shodan, porque ellos se sentían muy capaces y no reconocían ni respetaban a sus Sensei. No podían aceptar el hecho que sus maestros no cambiarían su trato hacia ellos, de no verlos como pares, sino como lo que son, sus estudiantes. En mi opinión ésta puede ser una consecuencia de la tendencia a promover principalmente basado en las consideraciones técnicas, porque esto puede ser observado fácilmente por cualquier examinador. Tengo la sospecha que estas personas están fingiendo lealtad hasta cierto punto, para obtener una graduación y tener un trato preferencial. Y al ver suprimidas SUS verdaderas intenciones agregan una gran dosis de tensión y resentimiento cuando lo esperado (imaginado) por ellos no llega.


(Este es el único cinturón negro que muchos "grandes maestros" actuales deberían usar...)

Graduaciones versus habilidad

Comparto algunas notas publicadas por el Enrique Muñíz, Sensei de Aikido, en el Facebool. Esta notas fue traducida por Enrique Muñiz. Original de Salvatore Forestieri.


"GRADUACIONES VERSUS HABILIDAD"

“Todas las graduaciones en el desarrollo humano significan el abandono de una posición conocida… todo crecimiento… debe llegar a un acuerdo con este hecho”.

Erik H. Erikson (1902-1994, Creador de la teoría Psicosocial)

En las artes marciales todos nos esforzamos con un propósito. Algunos podemos tener múltiples propósitos, pero en general la mayoría nos esforzamos por lograr el desarrollo físico y mental a través de un entrenamiento intensivo. Algunos individuos podrían querer desarrollar un cierto nivel de habilidad; otros se preocuparán más por la graduación. Hay una situación que muchos reconocerán y es la siguiente: una persona que recién ingresaba al Dôjô me preguntó, “cuánto tiempo me tomaría conseguir el cinturón negro?”. Yo me reí entre dientes y contesté, “Oh… alrededor de 2 a 3 días si es muy bueno, 7 a 10 días es lo normal y en un día si es en Japón”. Después de que él me miró alarmado por unos instantes, le expliqué que era un chiste. Afortunadamente él se rió y el hielo se rompió.

En estos días, existe un creciente número de personas que están demasiado interesadas en obtener rápidamente una graduación y así como también conocer de quien la recibe. En el pasado, el interés estaba casi siempre relacionado con el nivel de habilidad y conocimiento en el arte marcial y como lograr así un nivel acorde con la graduación obtenida. De allí que la genuina graduación refleja en el exterior el progreso y adquisición de tales habilidades y conocimientos.
Uno tiene que cuestionar el tema de otorgar altas graduaciones en las que esté ausente un mínimo requisito aceptable de conocimientos y habilidades en el arte. Así que no es raro que uno quede perplejo al ver a individuos con excelentes conocimientos y habilidades que no tienen una graduación superior debido a la política desafortunada. El ejemplo inverso también es valedero y lamentablemente muy frecuente.

Ciertamente en artes marciales debemos trabajar en nuestro camino para progresar. Sin embargo, también nuestro entrenamiento consiste en ayudar a aquellos que pueden necesitarnos y crear un ambiente de mutuo beneficio que nos de el valor para pedir ayuda cuando necesitemos el auxilio de la otra persona. El resultado de ese ambiente es la integridad. Es esta integridad la que disminuye pensamientos o deseos de adquirir o poseer grados, desprovistos de una conexión a un particular y reconocible nivel de habilidad.

Hubo un tiempo en el que si alguien tenía una graduación, entendía lo que ésta significaba. con todas las inconsistencias que existen en las graduaciones hoy, ¿cómo podemos dar el mérito a algo que todos tenemos? ¿Qué nos separa de lo superficial?. Pienso que la diferencia está en nuestra actitud, en cómo entrenamos y en cómo usamos nuestro entrenamiento dentro y fuera del tatami y fuera del dôjô, en cómo practicamos lo que predicamos. ¿Se encuentra realmente nuestro Aikidô relacionado con los otros a través de las habilidades adquiridas con sangre, sudor y lágrimas, o simplemente por el color del cinturón o el nivel de Dan de uno?.


Quizás, debido a la enorme tarea de preservación, deberíamos comprender la gran responsabilidad de quienes tienen, hoy, el compromiso de transmitir un legado milenario de guerreros que han heredado, de generación en generación, y a través de esta cadena generacional han llegado estas habilidades y conocimientos hasta nosotros. Haber recibido estos conocimientos y habilidades es un privilegio para los Sensei y para nosotros, sus estudiantes.

Por ello nuestro propio entrenamiento es un gran privilegio. Trabajemos arduamente, esforzándonos por mejorar nuestras habilidades, investiguemos con el fin de adquirir mayores conocimientos sin pensar tanto en la graduación, sino más bien que sea un camino para hacernos mejores guerreros y personas capaces de relacionarnos con códigos acordes a nuestra realidad social compartida.